Durante la campaña de Navidad, el término de adicción a las compras vuelve a ocupar gran parte de los titulares en medios de comunicación. Sin embargo, en la mayoría de ocasiones nos encontramos con la banalización de un concepto que va mucho más allá.
Es evidente que a la mayoría de las personas, el hecho de ir de compras o adquirir productos nos proporciona una dosis de placer. Esto es así, porque durante el proceso de compra se activan los mecanismos de transmisión de señales de serotonina, que brindan a nuestro cerebro una sensación agradable.
Conseguir un artículo a buen precio, así como las ofertas y las promociones, pueden desencadenarnos gratas emociones. Ahora bien, el término adicción a las compras no hace referencia a ese pequeño impulso que nos motiva a llegar al Centro Comercial y escoger los mejores productos.
Sin embargo, una adicción es un proceso psicológico de mayor complejidad. En ella, los mecanismos que se generan son tales, que conducen a la persona a sentir un intenso malestar y ansiedad cuando un motivo externo les impide realizar una compra.
Además de la presencia del pensamiento obsesivo entorno a esta idea, junto con la aparición de pensamientos negativos y un «síndrome de abstinencia característico» son claves en el diagnóstico de la adicción a las compras.
También es muy probable, que la persona adicta llegue a sentir una profunda tristeza acompañada de remordimientos, después de realizar la compra. La frecuencia de aparición suele ser de unas 3-4 veces por semana.
Como ves, es normal que cualquiera de nosotros disfrute comprando. No obstante, si esto se convierte en un hecho obsesivo para ti que se acompaña de sentimientos negativos de culpa y decepción, podría ser conveniente que compartieras tu experiencia con un psicólogo de confianza.
Yo puedo ayudarte.
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