Meditación y neuroplasticidad.
Hasta no hace mucho tiempo se creía que nuestra dotación neuronal era inalterable. Si bien es cierto que existe un período crítico en nuestros primeros años, también lo es el que a lo largo de nuestra vida nuestro cerebro va cambiando. Las nuevas experiencias, los estímulos sensoriales, el daño cerebral causado por drogas o accidentes, el desarrollo, la realización de determinadas tareas repetitivas… están constantemente remodelando nuestro cerebro.
La neuroplasticidad es la capacidad que tiene nuestro cerebro para formar nuevas neuronas o nuevas conexiones entre ellas. Del mismo modo que se puede desarrollar masa muscular con el ejercicio, también es posible aumentar la cantidad de neuronas y de conexiones sinápticas en determinadas áreas de nuestro cerebro.
Así por ejemplo, se ha confirmado en varios estudios que los taxistas tienen más desarrollado el hipocampo, los músicos la circunvolución de Heschl y que las personas bilingües, la circunvolución angular izquierda.
En el caso de las personas que meditan con cierta regularidad, se ha podido constatar un mayor grosor del cerebro, un aumento de conexiones neuronales y de pliegues en la corteza cerebral que se traducen en una mejora en la memoria, la concentración, la atención y la conciencia.
La práctica de la meditación es un excelente entrenamiento para la reducción del estrés y como herramienta complementaria para el tratamiento de la ansiedad y la depresión, así como en la reducción del dolor crónico y la hipertensión arterial por citar una cuantas.
Como se explica en este interesante video, la práctica de la meditación produce cambios en determinadas áreas de nuestros cerebros que redundan en nuestro bienestar físico y psíquico.
Como toda práctica, para obtener resultados, es necesario una constancia, voluntad y esfuerzo, pero a medida que pasa el tiempo y disfrutamos de sus beneficios, nos resultará cada día más fácil.
En cierta ocasión un monje se quejó a su maestro de lo aburrido e inútil que le parecía estar contando las respiraciones en las sesiones de meditación. El maestro le puso en frente un cubo con agua y agarrándole la cabeza se la introdujo dentro. Cuando el monje parecía que estaba a punto de ahogarse, el maestro le dijo:
– ¿Qué, te sigue pareciendo aburrido e inútil respirar?
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